Retroceder en el tiempo: Quiero viajar y me atrevo
¿Quién no ha deseado alguna vez poder retroceder en el tiempo? ¿Y regresar a un momento específico de nuestras vidas y ser capaces de cambiar el curso de lo sucedido?
Pues yo admito que sí, algunas veces me ha pasado.
Hay personas que dicen “no me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida”, y lo dicen con orgullo, como si de eso dependiera su amor propio o su respeto ante los demás. Sin embargo, ¿cuántos de ellos, en realidad, no habrán querido en algún momento no haber dicho aquello que dijeron, o no haber hecho aquello que hicieron?, o tal vez al contrario ¿hubieran deseado haber dicho aquello que no dijeron, o haber hecho aquello que no hicieron?
Soy de la idea de que como personas es natural arrepentirnos de nuestros actos, palabras u omisiones. De esa manera vamos madurando y aceptando una de las leyes fundamentales de la vida: no podemos retroceder el tiempo.
Nuestros actos tienen consecuencias que debemos asumir; pero la sensación de arrepentimiento puede llevarnos a intentar no cometer los mismos errores en un futuro; o hasta inclusive a actuar para intentar enmendar lo hecho.
Digo esto ya que hace dos noches vi una película inglesa que me hizo pensar nuevamente en esos temas. El nombre de la película es “About Time”, y trata básicamente de un chico que tiene el poder de cambiar su pasado, y en algunas ocasiones lo hace para mejorar su futuro.
La película me hizo pensar en algunas cuestiones: Sería fabuloso retroceder el tiempo algunas veces pero, si pudiera hacerlo, entonces ¿no estaría cambiándome de alguna manera a mí también? Yo estoy formada a partir de las circunstancias de mi vida, y ciertamente extrañaría mucho ser “yo” si algún día no pudiera serlo. Ese “yo” que siempre está aprendiendo y viviendo nuevas cosas, ese “yo” continuo al que amo y por el que siento un fuerte apego, a pesar de todo lo vivido y de los arrepentimientos.
El mensaje de la película es fulminante ¿por qué retroceder el tiempo cuando nuestra vida ordinaria puede ser tan extraordinaria? Lo importante de la vida está en el presente, y la manera en que vivimos nuestro presente formará nuestros próximos recuerdos. Por lo que dependen de nosotros los recuerdos que algún día tendremos de nuestra vida.
Recuerdo que la primera vez que decidí realizar un largo viaje fuera de mi país, tomar aquella decisión no fue muy fácil. Irme de viaje así, de mochilera por latinoamérica significaba renunciar a mi trabajo, dejar mi apartamento, no ver a mi familia ni amigos cercanos, no vivir en Lima como toda mi vida lo había hecho, dejar mis comodidades, “certezas”, y mi “vida segura”.
Algunos amigos decían (con la más buena onda) que al irme de viaje, así por largo tiempo, de mochilera y viajando a dedo, estaba poniendo en serio riesgo mi vida. Además que, si renunciaba a mi trabajo iba a ser muy difícil competir después en el competitivo mercado laboral. Me iba a “desactualizar”.
No voy a negar que esas ideas pasaron también por mi mente. Yo me preguntaba ¿Qué tal si mis amigos tienen razón? ¿No estaré siendo yo loca por querer salir de mi país para conocer el mundo?
Y así estuve unos meses, ahorrando en mi trabajo, y al mismo tiempo pensando en el viaje, como si deshojara una margarita… viajo, no viajo, viajo, no viajo,…., viajo!!? El sólo pensar en viajar hacía mi corazón agitarse, algo dentro de mí se emocionaba, sentía que debía hacerlo.
Fue allí que pensé: – “Ya me cansé de todo esto, debo tomar una decisión. Tengo este fuerte deseo de viajar y conocer el mundo. ¿Qué pasaría si no me animo y finalmente me quedo en Lima, continúo en mi trabajo, mi apartamento y mi vida como hasta ahora la conozco, pero con promesas de ascender laboralmente, mejorar mi status socioeconómico y llevar una “vida estable y segura”? Pues tal vez todo iría bien, desde luego; pero siempre estaría pensando en aquel viaje que deseé con todo el corazón pero no me atreví a hacerlo.”
Me causaba ansiedad la idea de imaginarme más vieja, viejísima, añorando retroceder el tiempo para tomar aquella decisión y viajar. ¿Acaso es tan difícil decidir salir a conocer el mundo? Por supuesto que no. Lo importante es tomar la decisión, no vaya a ser que un futuro nos arrepintamos de lo que no hicimos.
Así que tomé la decisión.
Después de todo, nada me quita lo vivido. Las experiencias que tenemos nos van formando y van moldeando nuestro carácter. Viajar nunca te “desactualiza”, al contrario, te enseña, y te permite ver más allá, ver aquellas grietas y centellas de la vida.
Cuando se viaja se conoce a gente de diferentes lugares, culturas, idiomas, credos, opiniones; cuando se viaja se diversifican los pensamientos y se trabaja la tolerancia. Cuando se viaja uno puede estar más cerca de aquello que se llama libertad.